En un país empobrecido, en bancarrota y agobiado por la violencia y la corrupción, el general retirado de derecha Otto Pérez llega al poder, con la promesa de mano dura para lograr un «cambio profundo».  Ante una decena de gobernantes y más de 5,000 invitados efectuó el solemne juramento presidencial, y manifestó: «El cambio ha empezado, el cambio ha llegado. Iniciamos un nuevo mandato con muchos problemas, y desafíos enormes para toda la sociedad, pero con muy buenos auspicios».  Es urgente corregir el rumbo,  dijo Pérez , porque recibe un país «infestado» de «corrupción», “en crisis», con serias deudas sociales y severamente golpeado por el narcotráfico.
Pérez, un militar retirado, sustituye al socialdemócrata Álvaro Colom, con un Congreso dividido en bancadas de 13 fuerzas, en el que su Partido Patriota (PP) contará con solo 58 de los 158 diputados. Sin embargo  se propone impulsar drásticas medidas contra el crimen y una reforma fiscal, pero gobernará cuatro años con minoría. El nuevo presidente de 61 años, todo un experto en contrainsurgencia, declaró: . «El cambio ya comenzó, es una oportunidad enorme para la ciudadanía porque el gobierno no puede solo, si todos no participan el país no saldrá adelante».  «Hablamos de un cambio profundo, estructural y no de un cambio cosmético (…) Hoy recibimos un país en crisis. Una nación muy cerca del quiebre económico y moral».  En su discurso de campaña que convenció a sus votantes  se le vio más preocupado por la inseguridad que por la pobreza, algo que decidió a su favor el designio de la Nación, siendo electo en noviembre en segunda ronda.
Identificando a la violencia como «perversa» y reconociendo dejar «profundos rezagos» en pobreza y seguridad, rindió su informe final Álvaro Colom ante el Congreso, sin olvidar hacer énfasis en algunos logros de su Gobierno.
Guatemala tiene una de las tasas de asesinatos más altas del mundo (38 por cada 100,000 habitantes) y la pobreza agobia al 53% de sus 14,3 millones de habitantes.  Baste señalar que en víspera de asumir su banca en el nuevo Congreso, reelecto en representación de Alta Verapaz, se produjo el asesinato  del diputado Valentín Leal y su hermano, en una región próxima a México, controlada por el narcotráfico. En dicha zona dominan los cárteles mexicanos de la droga, en especial «Los Zetas», responsables según estimación oficial, del 40% de las muertes en Guatemala.
Para  los próximos seis meses promete Pérez resultados, y terminar su gestión con la mitad la tasa de homicidios y con diez puntos menos en el índice del 49% de niños menores de cinco años con desnutrición crónica, el más alto de Latinoamérica. Por otra parte, bajar la alarmante impunidad que, según la ONU, alcanza el 98% de los casos en los tribunales, es uno de los principales reclamos de grupos de derechos humanos. Refiriéndose a esto, Pérez en la investidura, celebrada en un polideportivo en el sur de la capital, bajo un operativo de más de 2,000 policías y militares, dijo:  «El respeto a la ley  y a la autoridad ha sido sustituida por una cultura de impunidad».
Aprovechó el nuevo presidente su toma de poder para reunirse  con los presidentes de México, Felipe Calderón y de Colombia,  Juan Manuel Santos, quienes  según dijo, se comprometieron en ayudarle  en la lucha contra el narcotráfico. Estados Unidos  prometió también  apoyo al nuevo gobernante  en la lucha contra la criminalidad, y afirmó que continuará siendo un aliado firme y comprometido con Guatemala.
El príncipe de Asturias, Felipe de Borbón, así como los presidentes de  Nicaragua,  Daniel Ortega, de Honduras, Porfirio Lobo;  Mauricio Funes de El Salvador  y Laura Chinchilla de Costa Rica, también asistieron a esta ceremonia de toma de poder. Tres mil simpatizantes  fueron saludados públicamente por el flamante Presidente, quien posteriormente asistió a una misa en la Catedral.  Las Fuerzas Armadas lo recibirán en calidad de comandante general el próximo domingo.